Ese día en Buenos Aires
la gente se llenó, de calle.
Tal vez llenos de vacíos:
vacíos.
Las ausencias son pasado,
sólo para quienes no están,
presentes.
La ciudad era júbilo
mas no faltaban,
los ruidos fríos,
de quienes luchan,
hasta idos
a la muerte.
Ese día Buenos Aires, tenía
un brillo particular.
La sangre de las lluvias pasadas
parecía no quererse,
secar.
Y sin embargo Buenos Aires
decidió sus vendas dejar
y después, de tantos muertos
mi ciudad volvió,
volvió a bailar.
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