viernes, 24 de julio de 2015

Libertad

Sonríe. El simple hecho de imaginar la llegada del tren la fuerza a sonreír. O tal vez sean los acordes de 'Rezo' que algún improvisado músico de tren deja disfrutar desde el otro lado de la estación. Reza por ella misma, a un dios que no la conoce. Le reza por su libertad.

A lo lejos comienzan a escucharse campanas... 'Las del cielo' diría Sami.
En esos momentos, en los que el futuro se nos acerca, tan evidentemente como un tren, es mucho más fácil olvidar el miedo. Lo que venga después del tren ya no importa. El miedo es una puerta, el pasado está (borroso ya) del otro lado de los marcos de su miedo, que ha sabido atravesar. Y, gracias a eso, su futuro está al alcance de un salto. Ya puede verlo, es liso, luminoso y brillante, por sobre todo brillante. Qué ironía, entiende: Es el final de un día (que ya no es), oculto en su propia noche y el tren llega para iluminar. El lecho nocturno y su existencia.

Otros se entristecerán al ver el tren llegar. Otros llegan con él. Otros, tal vez, vean en el tren llegar a su rutina, que los atrapa; pero ella no. Para ella la libertad. En su única manera.
'Para mí...' sabe y se repite. Recuerda a Sami. Puede que nunca vuelva a sentir esa sonrisa, sincera, clara. Esa sonrisa infantil. Es que Sami no lo entendería. No sabe qué es cerrar los ojos y seguir despierta. Que lo que la ata no es más que su propio cuerpo. Que todas las trabas que la gente dice tener, no son más que excusas para creernos libres. Tal vez Sami sepa sentirse libre, abrazar los límites de su libertad, y quizás la libertad, no sea más que esa sensación. Pero Sami vive en su propio cuerpo y ella ya no.

Las campanas insisten en el llamado: El tren se acerca. Ella lo sabe desde hace tiempo. Lo supo cuando dejó de envidiar a Sami. Dejó eso atrás, para decidir ser, quien Sami querría que fuera. 'Y curé mis heridas. Y me encendí de amor.' Ella está encendida, pero no de amor. El amor duele y arde. Quema y  se quema. Ella se enciende de libertad. El mundo no ha sabido amarla, y ella ya no necesita ningún amor. Sonríe una vez más... Casi como lo hubiera hecho Sami. Flexiona las piernas. Inspira...
Y flota.
Es liviana como una sonrisa.
Es libre, porque su cuerpo, (que antes la ataba) ya renunció; y su mente, flotando espumosa en el vaho nocturno de Buenos Aires, puede olvidar todos sus años de muerte, para al fin terminar con su vida. Por una vez, su presente es luz. Sami, esa que alguna vez ella también fue, es quien, en el último segundo, le toca ser. Viva otra vez; al fin.
Libre.

"Ya se hizo de noche,
y ahora estoy aquí.
Mi cuerpo se cae.
Sólo veo la cruz, al amanecer."
Rezo - Charly García

viernes, 17 de julio de 2015

Incendios

"La memoria puede tomar muchas formas.
Puede ser una imagen. Un color. Una frase.
Un sabor. Un sonido. Un olor.
La memoria puede elegir múltiples caminos para recordarnos algo, pero a veces nuestra memoria se queda sin opciones y se ve obligada a ser una llama.
Una llama con color, con aroma, con voz, con rostro...
Una llama que se nos aloja en la garganta, en las piernas, en la cabeza. En el alma.
Esas llamas son memorias que nos duelen. Son llamas de alguien que antes nos daba calor y ahora ya no puede; su recuerdo nos incendia con esa llama. Algunas sólo chillan y debemos aprender a aliviarlas. Otras nos incendian en un grito, en un pedido, un ruego.
Para esas memorias ardientes, aquellas ausencias que nos queman de este modo particular, no existe el alivio. Las ausencias están grabadas en nuestra mente. Pero su llama, el pedido que nos hacen, va más allá del recuerdo.
El único modo de apaciguar ese fuego, de permitirnos vivir con su calor y no con sus incendios, el pedido unánime de estas memorias es la justicia."
Viernes, 17 de Julio de 2015
A 21 años del atentado a la amia, las memorias aún queman, la impunidad también. La justicia, sigue pendiente.
Sol Nabot
Un año más, y 'a veces' sigue siendo hoy.