domingo, 23 de abril de 2017

Goteras

Cuando se me llenan los ojos de lágrimas, pero sé que no voy a llorar, me gusta atrapar alguna con un dedo y mirarla: Entre toda esa claridad puedo ver lo que me duele.
No es fácil ver un dolor. Pero a veces vale la pena sentir entre los dedos aquello que se parece tanto a una colonización del alma. Porque es chiquito, y aunque no hay que dejarse engañar por el tamaño, ayuda ver ese sentimiento separado de una. Creo que entender esa tristeza como algo casual, algo aparte de nuestra esencia, es fundamental para saber dejarla ir.
Mientras eso que podría haber sido una lágrima me corre por los dedos, veo como refleja la luz.
La lágrima se fue, la pena se va ir también. La luz que supo reflejar esa gotita de agua, será lo que más dure en mí.