domingo, 9 de julio de 2017

Los mates más fríos de mi vida.

Los mates más fríos de mi vida los tomé con el agua recién sacada de la pava, agua caliente.
Los cebé con yerba nueva, bien sacudida porque 'el polvo hace mal'.
Los tomamos juntos.
Los mates más fríos de mi vida los cebe y te los pasé, mientras hacía lo más difícil que me ha tocado hacer.
Los mates más fríos de mi vida se enfrían mientras hablo.
Hablo y hablo y hablo y no puedo parar, porque necesito sacarme del alma esto que me pasa.
Te cebo y alcanzo el mate.
Se rozan nuestros dedos, esos pedacitos de piel se acuerdan que supieron ser la extensión de nuestros cuerpos entrelazados.
Esos dedos ahora sólo sienten el calor del mate y un escalofrío de memorias.
Recibís el mate, como una posta para hablar.
Hablás, como si te destaparas.
Como si estuvieras desanudando algo con una paciencia que no te pertenece, una paciencia practicada.
Te apuro con el mate, que no es micrófono, es sólo un mate.
Te apuro porque necesito tener algo entre las manos, para no sentirlas tan solas, tan frías.
Pero al frío lo llevo adentro.
Entre un trago y otro, consigo empaparme de la fuerza que necesito, te miro y te digo desde el alma que no me quedan ganas.
Me vuelvo trasparente y te digo, que de nosotros solo quedamos vos y yo.
Que juntos ya no significamos,
Nada.

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