miércoles, 2 de agosto de 2017

Cenizas

Gris. No como las películas en blanco y negro que son grises y vibrantes; gris como si el color se hubiera evaporado de mi espíritu y fuera yo incapaz de arrancarme.
Gris, que no es blanco con negro sino un hueco.
Me siento gris y ausente.
Un gris que no tiene temperatura, con una textura que es rugosa sin llegar a ser dañina o molesta, pero tampoco alentadora al tacto.
Gris, como el amor que no sucede, no por falta de personas, si no por falta de sentir.
Apagada. No dormida, no suspendida: apagada.
Gris y punto.
Apenas me queda energía suficiente para dejar este rastro escrito, el rastro vivo de lo que no consigue ser.
Gris porque quedé sin color.
Gris
Gris.
Gris.


Pero el fénix siempre vuelve a romper el cascarón.