miércoles, 3 de marzo de 2021

Ruido

Me acuerdo de vos, todo el tiempo me acuerdo de vos. A veces creo reconocerte jugando con los chicos de la plaza. También cuando veo pasar un tren que no voy a tomarme y si miro a la gente que me rodea en los cafés. Me acuerdo de tu pelo azul y tu sonrisa fruncida. Si me pido un exprimido pienso en vos, y evitar pedirme exprimidos de naranja también te trae a mi mente. Pensando en vos riego las plantas del departamento y me escondo de los paquetes de galletitas abiertos. Cuando me levanto sin hacer la cama, resuena tu voz en mi memoria. El ruido blanco del ventilador se parece al ruido blanco de tu respiración en el escritorio de al lado. No saber tocar la guitarra es un vendaval de imágenes y ruidos. Cuando veo que va a sonar el teléfono o el timbre pienso en vos. Y si me aferro a tu imagen, a tu ruido, a tu olor desapareces.

Es horrible no dejar de recordarte, pero sentir que puedo borrarte de mi mente en cualquier momento me rompe el corazón. Me deforma en un montón de pensamientos turbios. Me da ganas de tirarme al piso y patalear como una nena. De romper una pila de platos y de gritarle a la gente de la calle. Nunca hago nada de eso. En general me sirvo un vaso de agua fría y no lo tomo hasta que está a temperatura ambiente. Lloro todo el tiempo. Al principio despacio pero siempre termino sorbiendo la nariz. El agua es para calmar los espasmos. Frizo cucharas para deshincharme los ojos y evitar los cuestionamientos en la oficina. El tiempo sigue pasando para el resto de los mortales. Cuando volví a trabajar me miraban con pena. Ahora asumen que estoy mejor y yo los aliento mintiéndoles si me preguntan.

A la que no le sé mentir es a mi mamá. Al principio me llamaba todo el tiempo, casi me mudo a su casa. Últimamente trato de no atenderle porque estoy cansada de que me escuche llorar, sé cuánto le duele estar lejos, pero ninguna puede viajar ahora. Manejar no es una opción y pensar en subirme a un micro me revuelve el estómago. Así que sigo en nuestra casa. Embolsé toda tu ropa hace unas semanas. No hizo ninguna diferencia. Empiezo a sospechar que nada va a hacer ninguna diferencia. En las películas siempre dicen que el dolor no se disipa, solo aprendés a vivir con él. No quiero aprender nada. Lo que quiero hacer es escribirte hasta que vuelvas. Narrarte completo. Desde el brillo de los ojos hasta lo duro de tus pies. Todo el tiempo me acuerdo de vos y necesito asentarte en algún lado. Sentir que te apuntalo en esta hoja amarillenta. Por eso estoy acá todo el tiempo, porque todo el tiempo me acuerdo de vos.