Al mundo hay que disfrutarlo mientras es novedad.
Así explico yo la alegría infantil. Me gusta creer que las cosas nuevas son las que nos mantienen vivos en cada interacción. La rutina de viaje, siempre nos ve del mismo color, no nos inventa, ya es parte de lo que somos. Somos parte de lo que es... Y sin embargo hoy (el primer día de mi travesía rutinaria), hoy como tal vez nunca más sea, soy capaz de oler la mañana, con sus ganas de brillo nocturno y su vocación madrugadora. Hoy y tal vez hasta hoy solo, me dejo llevar por los ruidos que sólo se envalentonan para hacerse oír entre el silencio. Amedrentados durante el día, espamentosos en el pequeño mundo del alba.
Comprendo con tristeza el advenimiento de los días futuros, consciente de que la mañana no cambiará y que por eso mis ojos, mi frío, mi ser, serán en ella. Serán en mí, a su vez, mientras las interyecte en mi propia rutina.
Y aún así, al escribirlas, me queda la vana esperanza de que mi sorpresa matutina no morirá. Infundadamente, es sabido, puesto que no alcanza con leer para creer.
No publico todo lo que escribo. Mentiría si dijera que yo sola alcanzo (para pensar suficiente) para producir lo que escribo; pero todo acá es de mi autoría. Sol
miércoles, 20 de mayo de 2015
martes, 19 de mayo de 2015
1983
Ese día en Buenos Aires
la gente se llenó, de calle.
Tal vez llenos de vacíos:
vacíos.
Las ausencias son pasado,
sólo para quienes no están,
presentes.
La ciudad era júbilo
mas no faltaban,
los ruidos fríos,
de quienes luchan,
hasta idos
a la muerte.
Ese día Buenos Aires, tenía
un brillo particular.
La sangre de las lluvias pasadas
parecía no quererse,
secar.
Y sin embargo Buenos Aires
decidió sus vendas dejar
y después, de tantos muertos
mi ciudad volvió,
volvió a bailar.
la gente se llenó, de calle.
Tal vez llenos de vacíos:
vacíos.
Las ausencias son pasado,
sólo para quienes no están,
presentes.
La ciudad era júbilo
mas no faltaban,
los ruidos fríos,
de quienes luchan,
hasta idos
a la muerte.
Ese día Buenos Aires, tenía
un brillo particular.
La sangre de las lluvias pasadas
parecía no quererse,
secar.
Y sin embargo Buenos Aires
decidió sus vendas dejar
y después, de tantos muertos
mi ciudad volvió,
volvió a bailar.
domingo, 10 de mayo de 2015
Vacíos
Llovían sonrisas de todos los colores,
formas y sabores.
Las barrimos, porque
nos pareció una ironía:
del cielo cayendo, tanta alegría.
Me gustó una,
y me la guardé.
Para que me alegrara, después,
del amanecer.
Y cada mañana me abraza,
y en el silencio sonrío.
Silencio que me heredó
tu vacío.
sábado, 2 de mayo de 2015
Camino
[...]
Camino y recibo cartas
se envían desde mi tierra,
el lugar de donde sale,
lo que de mí se pierda.
[...]
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